Fracturas vertebrales

El síntoma más habitual es el dolor agudo intenso, con la consecuente limitación funcional y pérdida de autonomía consecuente.

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fracturas vertebrales

El síntoma más habitual es el dolor agudo intenso, con la consecuente limitación funcional y pérdida de autonomía consecuente.

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En las fracturas vertebrales hay que distinguir fundamentalmente dos tipos:

Las traumáticas (generalmente producidas por accidentes de tráfico, caídas o precipitaciones de altura) y las fracturas de origen osteoporótico.

Generalmente las fracturas traumáticas son más frecuentes en hombres con proporción 4 a 1.

El nivel más frecuente afectado en las fracturas traumáticas suele ser a nivel de la charnela dorso-lumbar D12-L1, que es una zona de transición dotada de gran movilidad y muy vulnerable a las fuerzas de rotación.

Mucho menos frecuentes son las fracturas traumáticas que afectan a la columna dorsal, debido a la estabilidad que ofrece la caja torácica.

Entre los tipos de fracturas hay las fracturas colapso o por compresión que producen acuñamiento de las vértebras. Suelen ser las más frecuentes y ser estables.

Las fracturas tipo estallido generalmente son inestables y pueden o no, producto del grado de conminación, lesionar estructuras neurales. Generalmente requieren cirugía estabilizadora.

La fractura menos frecuente y más grave, es la fractura/luxación donde producto del traumatismo hay ruptura de las estructuras que unen las vértebras y generalmente tiene como consecuencia la lesión medular.

Las fracturas osteoporóticas son muy frecuentes en nuestro medio dado el progresivo envejecimiento poblacional. 

Los signos que pueden apreciarse es disminución de altura, aumento de la cifosis y rectificación de la lordosis.

Hay que vigilar que no se produzcan fracturas adicionales que conducirían a una cifosis severa, con efecto compresivo sobre los órganos internos generando limitación en la movilidad respiratoria y disminución progresiva de la capacidad pulmonar.

Suelen provocar un dolor agudo intenso y mantenido en la zona adyacente a la fractura. Puede producirse de forma inmediata o lentamente progresiva a medida que la vértebra se va hundiendo y acuñando, provocando una alteración de la curvatura y tendencia cifótica.

También podemos encontrar otros síntomas como ansiedad, dificultad para dormir, tendencia a la depresión, llevando a una limitación de actividades básicas y pérdida de autonomía consecuente.

El diagnóstico se consigue con una historia y exploración clínica adecuada. La radiología simple (teleradiología AP y perfil y oblicuas) orientan el diagnóstico que debe confirmarse con TAC y/o Resonancia Magnética. La densitometría ósea nos puede indicar si hay osteoporosis implicada.

El tratamiento varía, desde conservador con tratamiento médico y corsé, hasta fijación quirúrgica con tornillos y barras para estabilizar la fractura.

La opción de la vértebroplastia y/o cifoplastia se usan generalmente en fracturas o colapso por compresión y tienen la ventaja que son técnicas percutáneas poco invasivas que mejoran rápidamente el cuadro doloroso y evitan que la fractura y la deformidad del raquis consecuente pueda progresar.

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Proceso quirúrgico

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Diagnóstico médico

Se realiza en consulta previa entrevista donde se elabora una historia clínica detallada para estudio de tu sintomatología y causa del problema. Habitualmente suele ser necesario la realización de estudios radiológicos convencionales como Resonancia o el TAC, y adicionalmente puede ser necesario el uso de otros métodos complementarios de diagnóstico, como estudios neurofisiológicos.

Pre-operatorio:

Debes estar tranquilo. Evita fumar. El día anterior puede ser necesario el uso de champú bactericida. Puede ser indicado la suspensión temporal previa a la cirugía de anticoagulantes o antiagregantes en caso de que forme parte de tu medicación habitual. Realizarás analítica pre-operatoria y serás valorado por Anestesia. Debes mantener ayuno de 6 a 8 horas previas a la cirugía.

Intervención quirúrgica

La duración de una intervención quirúrgica sobre la columna suele ser varible en función del tipo de cirugía realizada (hernia discal, estenosis, fijaciones, corrección de escoliosis) localización de la patología (columna cervical, dorsal o lumbar), etc. Normalmente en 12 horas el paciente está deambulando y probablemente pueda obtener el alta, en función de la patología operada, en 48-72 horas.

Post-operatorio:

Dependiendo de la naturaleza de la lesión, es posible que pueda necesitar tratamiento complementario que exija la participación de otras especialidades (oncología, radioterapia). Por regla general, el pronóstico dependerá mayormente de la causa que motivó tu cirugía. Puede ser necesario tratamiento médico posterior así como control radiológico. En algunos casos puede ser necesario el tratamiento rehabilitador.

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Preguntas más frecuentes de patologías de columna

Por regla general, los pacientes ingresados suelen estar 48 horas si se trata de una hernia discal lumbar, 72 horas en caso de una estenosis de canal lumbar, 3 a 5 días si se trata de una artrodesis lumbar (dependiendo del número de niveles fijados), 36 horas si se trata de una hernia cervical (uno o varios niveles).

Recomendamos vivamente, salvo causa de fuerza mayor, que el paciente se ponga a caminar de forma activa a las 24 horas de post-operado.

En caso de cirugía sobre la columna lumbar, debemos evitar en los primeros días maniobras que pongan en tensión las suturas internas, tales como, movimientos de flexo rotación, inclinación delantera, cuclillas y agacharse.

En caso de cirugía de artrodesis lumbar, probablemente tengas que colocar un corsé durante unas semanas, que limiten el movimiento y ayuden a consolidar el proceso de unión del tornillo al hueso.

En caso de cirugía sobre la columna cervical y en función del dispositivo colocado, puede ser necesario la colocación de un collarín cervical durante 2 a 4 semanas.

Aquí influyen varios factores, fundamentalmente el tipo de trabajo
desarrollado. Si el trabajo precisa de mucha carga física, probablemente necesites poner en condiciones tu musculatura lumbar antes de desenvolver un trabajo con mucha necesidad de esfuerzo físico, con lo que un complemento de Fisioterapia/RHB podría ser considerado.

Otros factores que invariablemente influyen son la edad, presencia o ausencia de sobrepeso, la causa que motiva tu cirugía, naturaleza de hueso, grado de artrosis o degeneración.

Habitualmente el tiempo de demora para la reincorporación laboral suele ser alrededor de 4 semanas si tu trabajo es sedentario, tres meses si el trabajo supone esfuerzos físicos leves, (limitando la carga y determinadas posturas) y de 6 a 9 meses si la exigencia laboral todavía es mayor.

Es probable que puedas hacer el mismo deporte que venías realizando, pero tras un intervalo de tiempo post-operatorio no inferior a los 4 meses.

Tendrás que tener en cuanta que deportes que sugieran mucho impacto pueden contribuir a deteriorar los discos intervertebrales.

En caso de haber realizado una artrodesis, el tiempo de demora para realizar actividades deportivas debe ser mayor. En general, a los dos meses podrás iniciar ejercicios de natación y/o bicicleta estática reclinada.

Desde luego no estás limitado para su uso, aunque nuestra recomendación es que te abstengas de conducir en las primeras 3 a 4 semanas de post-operatorio.

Si es absolutamente necesario, recomendamos poco tiempo en el coche y en caso que se necesitase viajes de larga distancia, aconsejamos parada cada 150 km o cada 2 horas para caminar un poco y realizar estiramientos.

Idealmente debes fijar el asiento del conductor de forma que llegues cómodamente a los pedales, la espalda completamente apoyada en el respaldo y los brazos deben estar ligeramente flexionados. Debes saber que, en caso de ser portador de collarín cervical, no debes conducir hasta su retirada.

Por regla general, te recomendamos abstenerte de viajar en avión los primeros 15 días tras una cirugía sobre la espalda.

La postura más fisiológica que permite a la columna adoptar una postura natural, es dormir boca arriba con la espalda pegada al colchón y apoyo bajo las rodillas, evitando así una sobrepresión sobre la zona lumbar.

Otra opción es dormir de lado (posición fetal) con la cadera y las rodillas flexionadas. La postura más desaconsejada es dormir boca abajo, pues además de tener que rotar el cuello para respirar, puede modificar la curvatura lumbar provocando contractura y/o ausencia de relajación de la musculatura lumbar.

El colchón adecuado podría ser uno semiduro, es decir, uno que no sea excesivamente firme y permita los apoyos naturales de la espalda, ni excesivamente blando.

Si padeces de problemas de espalda no es muy recomendable el uso de tacón alto (por encima de 6 cm).

La columna lumbar soporta el 80% del peso de nuestro organismo y el uso de calzado excesivamente alto o bajo, puede inducir modificaciones de postura que alteran la distribución de cargas y contribuyen la génesis del dolor.

Si nuestro puesto de trabajo requiere mucho tiempo sentado, debemos mantener una postura erguida, con la espalda perfectamente acoplada y apoyada en el respaldo de la silla, y las piernas flexionales en ángulo recto.

Es conveniente tener un apoyo para los pies si éstos no llegan al suelo. Debemos evitar los asientos demasiado blandos o que no tengan respaldo, también debemos evitar sentarnos en el borde del asiento o desplazando lateralmente el peso corporal.

Cada hora, debemos levantarnos y realizar estiramientos, evitando así posturas mantenidas que favorezcan la aparición de contracturas vertebrales.

La altura de la pantalla del ordenador debe estar a la altura de los ojos, evitando movimientos continuados de extensión cervical que a largo plazo generan sobrecarga.

Frente a la mesa de trabajo la silla está próxima a la misma para evitar inclinarnos hacia delante y la altura de la misma será adecuada a la estatura del usuario para evitar que permanezca encorvado.

El sedentarismo. El hábito tabáquico pues retrasa el proceso de cicatrización y/o
consolidación. Debes evitar el sobrepeso. Debes evitar inclinarte hacia delante.

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